Aquí descubrirás artículos sobre Social Media, Marketing online, Marca Personal, Email Marketing y cambio de mentalidad, con el fin de que consigas incrementar tu visibilidad, posicionarte en la mente de tus potenciales clientes y vender tus servicios al conectar valores y emociones.
Suscríbete y descarga ya las 12 ACCIONES CLAVES SEMANALES PARA POTENCIAR TU MARCA PERSONAL.Benefíciate de contenido único que te enviaré por email.
¡Gracias por estar aquí y por tu compañía!
Hace poco leí una frase que decía “Cuando te sientas solo es que te has olvidado de ti”. Poner el foco fuera hace que no nos veamos por dentro y dejemos de escuchar lo que necesitamos para crecer personal y profesionalmente.
NO, es una palabra muy importante. Descubre porqué aquí
Alejandro Vera, psicólogo y nutricionista de Grulla Psicología y Nutrición, nos enseña a discernir cuando ayudar a los demás o ayudarnos a nosotros mismos. Tener en cuenta esto, puede favorecer nuestra Marca Personal.
Cuando hablamos sobre límites, solemos hacerlo en referencia a los demás. Por ejemplo, cuando tenemos que negarnos ante una petición (ese famoso decir NO).
Pero ¿qué pasaría si le damos una vuelta al enfoque y realmente a quién hubiese que poner esos limites no es a los demás, sino a nosotros mismos?
¿Dónde tenemos que colocar nuestros propios límites a la hora de ayudar a los demás?
Hace poco llegó a mi consulta la historia de una persona que me hizo pensar. Sin revelar ningún tipo de dato personal, os contaré y sin entrar en mucho detalle su situación.
Ella es una persona que perdió a un ser querido, y desde entonces siente mucha culpa. La razón de que se sienta así es porque su familiar se suicidó.
Me contaba con mucho dolor que él era una persona enferma (tenía un trastorno mental grave) y que a menudo se apoyaba en ella cada vez que tenía una crisis. Me contó también que ella durante mucho tiempo estuvo ahí, pero llegado un momento se agotó y dejó de estar tan presente.
En ese espacio de tiempo fue cuando ocurrió el suicidio, y hoy día, no puede perdonárselo. Siente que tendría que haber hecho más.
Esta historia me resonó, ya que como profesional de la salud mental no me resulta ajeno el conflicto de preguntarme “hasta donde llega mi responsabilidad” y la duda, ¿puedo hacer algo más?
Imagino que esta no es sólo una cuestión que atienda a psicólogos, sino también a enfermerxs, trabajadorxs sociales, coachs, étc. En general, todas aquellas personas que trabajan de alguna manera cuidando a otras personas.
A menudo cuando estoy preocupado por alguno de mis pacientes, suelen decirme lo que tienes es que aprender a separar lo laboral de lo profesional.
A lo que yo suelo preguntarme, ¿acaso es qué lo laboral no es lo personal?
No sé como acude la mayoría de la gente a sus puestos de trabajo, pero yo no entiendo otra manera de hacerlo que no sea poniendo parte de mí en ello. Y como en mí caso, creo que le sucede a la mayoría de los profesionales como los que he mencionado anteriormente.
Considero que las personas que eligen un oficio que implica trabajar con personas, de forma general, tienen una gran vocación. Es decir, sienten que son lo que hacen.
Por eso, cuando algo no va bien o alguien sufre, se ponen en juego dos cuestiones: nuestra empatía y nuestra identidad. Es decir, estamos fallando en aquellos que somos. Mejor dicho, eso es lo que podemos llegar a sentir.
Existen dos caracteres persono lógicos con los que las personas a las que les cuesta ponerse límites a la hora de ayudar suelen tener problemas. Estos son la responsabilidad afectiva y el perfeccionismo.
La responsabilidad afectiva es algo nuclear en cualquier relación, es la razón por la que cuidamos y nos solidarizamos de la otra persona con quién tenemos un vínculo. Sin embargo, algunas personas, debido a ese perfeccionismo que en este acaso atiende a la moral, no se permiten ser egoístas.
El egoísmo tiene muy mala prensa, pero yo no le confiero una connotación tan negativa, ya que considero que el saber salvarse a uno mismo/a es una habilidad tan importante, sino más, que el hacerlo con los otros.
Las creencias rígidas sobre lo que es “estar a la altura”, “ser buena persona”, “responsabilizarse” y otras, contribuyen a sentir niveles de presión que generan un gran sufrimiento.
A las personas que nos dedicamos al cuidado de otras, ya sea forma profesional o personal (guiño, guiño), nunca nadie nos ha enseñado donde se encuentra el límite en el que tenemos que dejar de ayudar, coger distancia o simplemente hacernos cargo de la situación, pero de otra manera.
Son nuestros valores, sentido común y creencias las que van jugando en ese espacio relacional y moviéndonos de una manera u otra.
Tampoco creo que haya una ley escrita o dogma a la que nos podamos aferrar y en caso de duda poder acudir, para consulta si tenemos que limitarnos o no.
De manera que le he estado dedicando un tiempo a este asunto para poder compartir con vosotros alguna reflexión más o menos clara, y he llegado a dos conclusiones.
La primera es que el límite infranqueable debe ser nuestra propia autoestima. No podemos o no debemos irnos al barro con nadie. Además, de esa persona a la que cuidamos, tenemos hermanos, hijos, amigos y muchos otros seres queridos que nos necesitan sanos para disfrutarnos. Y sin lugar a duda, nosotros mismos nos necesitamos así.
Y la segunda es la digestión del “no puedo”. No poder o no saber cómo ayudar no nos convierte en malos cuidadores o profesionales. Él clásico no se puede ayudar a todo el mundo debe estar presente en nuestras azoteas mentales.
Creo que es precisamente esa frustración e impotencia la que hace que necesitemos dejar de ayudar. Y a veces, ni quién lo necesita puede mejorar, ni nosotros tenemos que poder sí o sí conseguir que mejore.
Hoy te quiero contar una experiencia que viví en primera persona. Una noche viendo los estados de WhatsApp vi el de Marta. Con ella, compartimos un fin de semana en un taller de Yoga, y recuerdo que me cautivaron sus ganas, su luz y su pasión al explicarme lo que hacía.
En su estado de mensajería instantánea compartía un taller llamado “Mujeres de Fuego” que organizaba junto a otras colegas de coaching de alto impacto.
Enseguida me dije ¡quiero hacer esto! ¡Quiero vivir esta experiencia! Y no me equivoqué. Fue uno de los mejores momentos vividos en 2019. Me ayudó a aumentar mi autoconfianza, a vencer miedos, a creer que puedo hacer muchas más cosas de las que ya creía que podía hacer y sobre todo el significado de la palabra sororidad.
Esta palabra tan bonita implica la solidaridad entre mujeres, y la lucha por nuestro empoderamiento.
Pincha aquí para ver algunas fotos mías caminando por el fuego, rompiendo una tabla y quebrando una flecha con la garganta. ¡Aún me emociono al verlas!
Hablando de mujer empoderada, quiero presentarte a Marta Rodríguez . Ella trabaja como Coach, imparte formación y da conferencias. Es instructora de Alto Impacto y Firewalking.
¡Siéntate con comodidad y disfruta de la entrevista!
El alto impacto busca romper esquemas, sorprender, generar experiencias inolvidables y transformadoras que ayuden a las personas que lo experimentan a lograr cambios muy importantes, incluso verdaderas transformaciones.
El alto impacto empodera, te da fuerza, rompe barreras y te demuestra que eres capaz de lograr incluso retos que te parecían imposibles.
Podemos hablar de coaching de alto impacto, si estas técnicas son aplicadas en sesiones de coaching, o de formación de alto impacto, si lo incorporamos en cursos o talleres. En ambos se utiliza como una dinámica para reforzar lo que se esté trabajando en la sesión, ya sea individual o en equipo.
También podemos hablar de eventos o jornadas de alto impacto, donde estas actividades son parte protagonista en la jornada, normalmente orientadas a desarrollo personal. Se suelen realizar varias actividades de alto impacto en el día y todo va unido por un hilo conductor que lleva al participante a vivir una experiencia única e inolvidable.
Me gustaría también destacar lo que para mí NO ES. El alto impacto no es postureo, las dinámicas no se hacen porque sí, para entretener o para pasar un buen rato. El alto impacto es mucho más profundo, es una oportunidad para dejar atrás lastres que te están limitando e impulsarte con una energía renovada hacia aquello que quieres conseguir.
Hay muchas técnicas con las que podemos lograr impactar en las personas. Algunas están más orientadas a la conexión con uno mismo y otras en las que se trabaja también la conexión en parejas o equipos.
No hay disciplinas mejores o peores, dependerá de cuáles puedan ser más adecuadas en función de lo que queramos conseguir.
Sí me gustaría contarte algunas de las técnicas de alto impacto que más usamos:
No es lo mismo leerlo que vivirlo, por eso yo animo a cualquier persona que sienta que tiene miedos o barreras que le están limitando, que lo pruebe para descubrir los beneficios de estas dinámicas al experimentarlas por sí misma.
Las personas se encuentran con experiencias que “atentan” contra creencias tan profundas que se dan cuenta de que son capaces de conseguir hasta lo que creían imposible.
Además, estas experiencias está probado que generan nuevas conexiones neuronales que nos ayudarán a tener más recursos para afrontar futuras situaciones que nos generen miedo o ante las que podamos sentir inseguridad. Nuestro cerebro dispondrá de nuevos “caminos” a los que recurrir para que superemos mejor esas situaciones.
Yo trabajo sobre todo en el ámbito corporativo y para mí es una herramienta potentísima. Orientamos la intervención al logro de los nuevos objetivos de la organización o a la superación de momentos determinados que estén viviendo o que van a vivir y, desde ahí, trabajamos la excelencia, el empoderamiento, la orientación al logro, el trabajo en equipo, sentimiento de pertenencia, aquello que, junto con la Dirección, identifiquemos que va a ser más valioso para cada equipo en concreto.
Son experiencias tan fuertes y significativas que no solamente tienen impacto en ese día, sino que esos equipos quedan unidos por esa vivencia que han tenido juntos, pasa a ser parte de su código interno.
De hecho, muchos de mis clientes me han dicho que en sus reuniones internas hacen referencia a ello como lema de empoderamiento: “si pudimos caminar sobre cristales podemos hacer esto!”.
Me gustaría destacar, ya que no lo he hecho aún, que este tipo de dinámicas deben contratarse siempre a profesionales certificados y entrenados para garantizar la seguridad de los participantes. Los instructores formados por el Firewalk Institute of Research and Education tenemos el lema de las “3 S”: Safe, Safer, Safest (Seguro, Segurísimo, Súper Seguro) y esto es para nosotros la base de cualquier intervención de alto impacto.
Creo que ya he ido contestando a esta pregunta en los puntos anteriores, pero aprovecho para volver a destacar que con el alto impacto las personas pueden lograr auténticas transformaciones, pueden romper con miedos que les paralizaban, que les limitaban y que no les dejaban brillar todo lo que podían.
Son experiencias que te conectan contigo mismo y que te permiten demostrarte que, si quieres, puedes lograr todo aquello que te propongas.
En mi experiencia también he visto que se generan conexiones preciosas con otras personas. Vivir estas experiencias con familiares o amigos o cualquier persona especial para ti es muy emocionante. Por ejemplo, yo he presenciado a madres e hijas vivir juntas dinámicas de alto impacto y el amor y el orgullo que desprendían era algo absolutamente increíble.
De nuevo, la mejor manera de entenderlo es viviéndolo. Muchas veces es difícil poner en palabras la energía y el ambiente que se genera en este tipo de dinámicas y eventos.
Gracias Marta por compartir tu saber hacer en mi blog con quienes leen mis contenidos y gracias a ti que has llegado al final de este artículo.